Dejad que se equivoquen
Muchos padres cometen el error de sobreproteger a sus hijos. Y es un error porque la sobreprotección consiste en no permitir a los hijos hacer las cosas para las que sí están preparados. Sobreproteger significa hacer por el niño (o adolescente) lo que él puede hacer por sí mismo.
Nace de la creencia errónea de que debemos ofrecer a nuestros hijos lo mejor llevada al extremo en el que en lugar de favorecer que sean personas autónomas y responsables motivamos un tipo de personalidad débil y dependiente sin herramientas para enfrentarse ante la vida.
Si le damos de comer a un niño de 3 años que ya puede comer solo, lo estamos sobreprotegiendo. Si vestimos a una niña de 4 que ya puede vestirse sola, exactamente lo mismo. Si resolvemos los problemas de nuestro hijo adolescente también lo estamos sobreprotegiendo… Todos ellos son capaces de realizar estas tareas pero somos los padres los que los volvemos inútiles y dependientes acabando con su voluntad.
Pero no pienses que la sobreprotección se refiere exclusivamente a los cuidados personales y hábitos de autonomía. Imagina esta situación:
La madre de Alberto ha ido a recoger a su hijo que cursa tercero de primaria. Cuando lo ve llegar triste y cabizbajo le pregunta qué le pasa y el niño le contesta. “Andrés me ha insultado”, “¿Andrés?”, contesta su madre, “No te preocupes que ahora mismo hablo con él”. La madre se acerca a Andrés y le llama la atención y amenaza diciéndole que como se vuelva a meter con su hijo se las verá con ella…
Si intervenimos en este tipo de situaciones los adultos no les permitimos la oportunidad de que aprendan a relacionarse y solucionar sus problemas y conflictos. Y me pregunto, si no lo hacen ahora que son pequeños, ¿cuándo lo aprenderán?
Los padres hemos de ser conscientes de que educamos para ayudarlos a crecer y sobre todo para ayudarlos a partir. Deben aprender a ser lo suficiente autónomos para que llegue un momento en que no nos necesiten…
Anne Bacus en su libro “100 ideas para que tus hijo sean autónomos” plantea algunas cuestiones que todos nos deberíamos hacer:
- ¿Sigue siendo pequeño a tus ojos? ¿Sigue siendo “tu bebé” con diez años?
- ¿Cómo te sientes cuando tu hijo gana autonomía? ¿Orgulloso por él y por ti mismo o más bien triste por el papel que pierdes?
- ¿Sientes nostalgia cuando lo recuerdas más pequeño, y por tanto, más dependiente?
Características y actitudes del niño sobreprotegido
Los niños sobreprotegidos reúnen una serie de características fruto de la educación que han recibido, que no les permite crecer:
- Carece de iniciativa personal.
- Demandante y exigente.
- Le cuesta adaptarse a las situaciones y depende de los adultos.
- Habituado a que le hagan las cosas y le sirvan.
- No es servicial ni se ofrece a ayudar a los demás.
- No es capaz de hacer las tareas sin ayuda.
- Egoísta e incapaz de ponerse en el lugar de los demás.
Características de los padres sobreprotectores
Los padres sobreprotectores también reúnen una serie de características y actitudes:
- Lo defienden ante sus profesores (padres abogados).
- Se sienten culpables cuando no los ayudan.
- Le hacen todo al niño: lo visten, dan de comer… si pudieran también le masticarían la comida (para que no se ahogue).
- No permiten que realicen salidas y excursiones en el colegio, por si les pasa algo.
- No permiten que otros adultos le corrijan.
- Seleccionan sus amistades.
¿Por qué sobreprotegemos a nuestros hijos?
Las causas de la sobreprotección son muy diversas y complejas. Tienen mucho que ver con las falsas creencias que arrastramos e impiden que eduquemos a nuestros hijos para la vida, para que adquieran las herramientas necesarias para enfrentarse a la vida por sí mismos. Como se suele decir, no hay que preparar el camino para el niño sino al niño para el camino. Veamos algunas de estas actitudes que nos conducen a la sobreprotección:
- Confundir sobreprotección con amor. Encontramos padres que les facilitan el camino y la vida al máximo para que no tengan que esforzarse. “Lo hago todo por mi hijo porque le quiero y no quiero que le falte de nada”.
- Miedo. Múltiples miedos nos llevan a actuar de esta manera: miedo a que sufran, a que padezcan algún dolor, ante las cosas y situaciones desagradables de la vida… pero también el miedo a que crezcan y algún día nos abandonen.
- Control. La sobreprotección nos hace sentir que tenemos el control en todo momento. Por tanto es más frecuente en madres y padres con un perfil controlador, que se resiste a aceptar los cambios que se van produciendo en las diversas etapas de desarrollo del niño.
Y todo ello lo asentamos en un sinfín de creencias erróneas que debemos eliminar:
- Mi hijo no es capaz de hacer las cosas bien si yo no le ayudo.
- Siempre dependerán de mi.
- Si se lo doy todo, serán felices.
- Quererlo significa hacerle todo.
- Debo ser la madre/padre perfecta/o.
- Lo sobreprotejo por su bien.
Educar en la responsabilidad
Por este motivo nuestro objetivo debe ser encontrar un equilibrio entre proteger y sobreproteger pues la sobreprotección es la desprotección más absoluta. Es necesario educar en la responsabilidad. El niño al que le enseñamos a valerse por sí mismo crece con la seguridad de que puede seguir avanzando con la ayuda y supervisión de los adultos que le impulsamos a crecer y mejorar pero no a depender de nosotros.
Como destaca Maite Vallet:
A lo largo de la infancia, para crecer, el niño necesitará asumir constantes desprendimientos: el parto, el destete, el paso de alimento líquido a sólido, el ser alimentado a utilizar los cubiertos; pasará de arrastrarse a gatear, de gatear a ponerse de pie, de andar a correr, saltar y trepar; de no controlar sus esfínteres a controlarlos; de ser bañado y vestido a bañarse y vestirse; de vivir en un entorno familiar conocido a asistir diariamente a un entorno escolar...
Por tanto, los padres ayudamos a nuestros hijos a crecer cuando le enseñamos a desprenderse de nosotros, cuando le permitimos aprender a ser autónomos. Educar en la responsabilidad es más lento y complejo pero necesario.
¿Qué podemos hacer?
Principalmente permitir que el niño se enfrente a las dificultades que se le presentan desde pequeño sin que nosotros le resolvamos la situación.
- Que aprenda a pensar por sí mismo. Para ello debemos preguntarle el porqué de las cosas, qué es lo que cree él…
- Que realice actividades con otros niños en las que los adultos no estén siempre encima dirigiéndolas.
- Practicar algún deporte o tarea (ej. Tocar un instrumento musical) que requiera de esfuerzo, constancia y rutina.
- Permitirles adquirir autonomía dejándoles hacer las cosas aunque se equivoquen. Los errores también son una oportunidad fantástica para aprender.
Para terminar este artículo me gustaría recomendarte una serie de libros que te ayudarán a entender con mayor profundidad la sobreprotección y te ofrecerán una serie de herramientas complementarias a las que te he ofrecido en este post:
- Hiperpaternidad. Eva Millet (Plataforma Editorial)
- 100 ideas para que tus hijos sean autónomos. Anne Bacus (Zenith)