Prueba con Dinantia

Educar en positivo siempre es mejor

Uno de los grandes errores que cometemos las madres y los padres es que ponemos el foco de nuestra atención en lo negativo, en lo que hace mal el niño. Perdemos mucho tiempo buscando defectos y como consecuencia eso es lo que encontramos…

Pero esto es algo normal pues como destaca Shefali Tsabary “¿No resulta interesante que los padres necesiten señalar el comportamiento negativo de los hijos, pero rara vez encuentren el lado positivo de su comportamiento normal? Estamos tan programados para concentrarnos en nuestro propio comportamiento negativo que por naturaleza hacemos lo mismo con los hijos".

Por este motivo el trabajo debe empezar por uno mismo. Somos los padres los que tenemos que empezar a cambiar. No olvides que la única persona sobre la que tienes control y sobre la que puedes influir eres tú mismo. Si nos enfocamos en cambiar y mejorarnos a nosotros mismos conseguiremos mejores resultados. Debemos entender que nuestros hijos actúan como espejo de lo que no vemos en nosotros mismos. Somos su modelo de referencia en nuestra forma de hablar, comunicarnos, expresarnos, etc. ¿Cómo no queremos que griten si somos nosotros los primeros que les pedimos las cosas a gritos?, ¿Cómo no van a estar pegados a su Smartphone si estamos nosotros todo el día enganchados al mismo?, etc.

Lo que ocurre es que nos enfocamos en los defectos (reales o percibidos) de nuestros hijos pero somos incapaces de mirar en nuestro interior y promover cambios que nos ayudarán a enfocarnos en lo bueno, en lo positivo, en lo que hacen bien y no siempre en lo malo. Es un trabajo lento y paciente que debes empezar ya mismo.

Hace un tiempo escribí un artículo bajo el título “Padres buscadores de tesoros” y realmente es en eso en lo que nos debemos convertir, en padres y madres buscadores de cualidades y no de defectos. Invertimos el mismo tiempo y energías en enfocarnos en lo malo que en lo bueno, ¿por qué no intentamos dar más importancia a lo positivo? Por eso cambia el enfoque ya mismo y verás como todo cambia. En lugar de decirle: “Eres malo por esto, aquello y esto otro”, dile cariñosamente: “Te debes sentir mal, ¿no?”, “¿Qué puedo hacer para ayudarte mejor”. Haz la prueba…

Shefali Tsabary nos da algunos consejos que te recomiendo que empieces a aplicar ya mismo:

  • Acepta totalmente que educar significa educarte a ti, no a tu hijo.
  • Date cuenta que la responsabilidad del cambio es únicamente tuya, no de tu hijo.
  • Toma conciencia de que tu lucha es un reflejo de tus conflictos internos (que proyectas en tu hijo).
  • Transforma cada situación en la siguiente pregunta: “¿Qué dice esto de mi?”

Por tanto cambiando este enfoque vamos a mejorar muchas cosas. Vamos a ver ahora en la práctica qué podemos hacer. Empecemos por cambiar nuestra actitud y para ello nada mejor que nos trabajemos a nosotros mismos tres cosas esenciales:

  1. Educar con una sonrisa (a pesar de los malos momentos y las dificultades).
  2. Eliminar las quejas pues las mismas solo sirven para caer en una actitud victimista y eso es lo que aprenden nuestros hijos.
  3. Actúa con sentido del humor y optimismo. Debemos empezar a desdramatizar muchísimas cuestiones que no son tan importantes en nuestro día a día educativo.

Transforma cada situación en la siguiente pregunta: “¿Qué dice esto de mi?”

Además de todo esto tenemos dos herramientas fantásticas en las que apoyarnos cada día: el estímulo y el elogio.

Estimular

Nuestros hijos se sienten muy bien cuando perciben por nuestra parte plena confianza en que conseguirán las cosas. “Estoy seguro de que lo harás”, “Confío en tu palabra”, “Creo que tú puedes hacerlo” son palabras que resuenan en su cabeza y le impulsarán en la dirección adecuada. Si saben que tenemos plena confianza en que lo harán bien en lugar de amenazarlos si lo hacen mal, las posibilidades de que lo hagan bien aumentarán. ¿Conoces el Efecto Pigmalión o Profecía autocumplida? Este spot publicitario lo explica muy bien:

Si tú no mentalizas a tus hijos de que “Yo creo que tú puedes hacerlo” ellos no se mentalizarán a sí mismos de que “Creo que puedo hacerlo”. Como puedes comprobar otra vez de nuevo, el trabajo empieza en ti mismo…

Elogiar

Siempre hablo del poder del elogio como una herramienta mágica para educar. Necesitamos usar más a menudo esta herramienta pero debemos hacerlo de manera correcta pues no todos los elogios son estimulantes ni todos nos ayudan a conseguir lo que realmente queremos: que nuestro hijo perciba que es capaz y competente. Veamos algunos consejos para usar de manera adecuada esta herramienta:

  • Destaca lo positivo aunque te parezca insignificante y de poca importancia para ti. Según M. Gootman “una buena costumbre es hacer dos comentarios positivos y sinceros por cada corrección que hacemos”.
  • Di las cosas porque las sientes (de corazón). El niño percibe perfectamente cuándo el elogio es sincero. No podemos decir a un niño que ha hecho un dibujo muy mal que está fantástico. El niño no es tonto. No obstante busca algún aspecto en el que puedas ser sincero con tu elogio. Seguro que lo encuentras.
  • Céntrate en los hechos, no en el autor de los mismos: Si tu hijo acaba de compartir su juguete con su hermana no le digas: “Oh, qué bueno eres” pues solamente le estarás “colgando una etiqueta” que al niño le dice más bien poco. Es necesario que le indiques exactamente lo que ha hecho bien “Qué bien, me gusta que compartas tus juguetes con tu hermana”.
  • Evita las comparaciones. Si el elogio va ligado a la comparación esto puede conducir al desánimo. Este tipo de elogio lo único que genera es resentimiento entre los niños (también si son hermanos).
  • Elimina las etiquetas:¿Has escuchado o dicho alguna vez comentarios de este tipo a tus hijos?  
    • "Es igual que su padre. Cabezota. No podemos hacer nada con él".
    • "Ha sido un problema desde que nació. No sabemos qué hacer con ella...".
    • "Es un irresponsable. No puedo dejarlo solo porque me la lía".

Nuestros hijos dan por válidas estas afirmaciones y acaban creyendo que realmente son así. Si queremos que crezcan seguros de sí mismos hemos de aprovechar cualquier oportunidad que se nos presente para enfatizar lo positivo de ellos. Es necesario que...

  • Les digamos cuanto les queremos, valorándolos y tratándolos con confianza.
  • Los felicitemos siempre por sus pequeños progresos y esfuerzo realizado.
  • Reconozcamos en público sus habilidades y logros.
  • Transforma cada situación en la siguiente pregunta: “¿Qué dice esto de mi?”

Pero mucho cuidado, el exceso de elogios puede ser perjudicial. Aquí como en todo debemos encontrar el equilibro justo ya que elogiar en exceso puede ser tan malo como no elogiar lo suficiente. Este elogio desmesurado conduce a que tengan expectativas poco realistas de sí mismos y esto tiene consecuencias muy negativas…